

El sol saliente brilla en la pradera, cuando el pájaro canta su estribillo, y un latido profundo toma brillo, en alas de bruma mañanera.
Campos de Dios, hermosos y triunfales, con los ojos que aflontan los confines, a la espera de abrazos fraternales.
Aqui está la verdad con sus clarines, y los profundos surcos inmortales, del paso que traspone a sus jardines.
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